Sara Galico
Según un reporte publicado por la ONU en julio del 2019, la vida en la Tierra podría terminar alrededor del año 2050, debido a la desaparición de la capa de hielo del Ártico. Predice también, que los desiertos serán más extensos, aumentarán las inundaciones, y la extinción de la humanidad sería incontrolable por la pésima calidad del aire.
La verdad, cuando leí esta noticia, no la creí. Parecía el eje temático de la próxima película de Avengers. Mi sentido común no concibe que estas predicciones sean factibles, y francamente me parece muy extrema la posibilidad de presenciar el fin del mundo.
Sin embargo, los 250 expertos, científicos y organizaciones ambientales que colaboraron en el reporte, advierten que si no combatimos el cambio climático y realizamos ajustes importantes que reduzcan nuestro impacto ambiental, estaremos, como se dice coloquialmente (y tal vez literalmente), fritos.
Coincido en que ya estamos empezando a ver las consecuencias de tal deterioro. Es indiscutible que nuestro planeta está sufriendo gracias a nuestra presencia, y podríamos argumentar que los seres humanos nos hemos convertido en una plaga que se multiplica exponencialmente, toma más de lo que necesita, contamina y mata. Las inundaciones, los incendios forestales, el sargazo en las playas, la contaminación del agua y el aire, la deforestación, y el calentamiento global son producto de nuestro consumismo, de la expresión más dañina de la industrialización, y del estilo de vida desechable que hemos adoptado en las últimas décadas.
La mayoría de nosotros, nos sentamos a esperar inocentemente a que los gobiernos nos echen una manita para cuidar nuestros recursos vitales. Pero ellos también están coludidos con la destrucción. No es maldad, es un simple juego matemático que indica que nuestra economía depende de la explotación de los recursos naturales. Y desafortunadamente, todavía no hemos encontrado una fórmula que ayude simultáneamente a la economía y a la Tierra.

Así que la apuesta está en todos y cada uno de nosotros. Solitos no podemos hacer la diferencia, pero la suma de nuestras acciones colectivas podría originar cambios significativos. Ahora bien, si no queremos terminar en un manicomio, debemos hacer modificaciones a nuestro estilo de vida paulatinamente.
Y si queremos conservar a nuestras amistades, no debemos juzgar a los demás por sus patrones de consumo y deshecho. El chiste es inspirar, no imponer.
Así que aquí te comparto cinco tipspara empezar a ser más amigables con nuestro planeta, y evitar que se destruya en aproximadamente 30 años:
- Reduce tu consumo de carnes rojas y lácteos.La industria agropecuaria bovina es altamente contaminante: produce gases invernadero, contribuye a la deforestación y consume toneladas de agua diariamente. Además, su procesamiento, transporte y empaque impactan negativamente al medio ambiente.
Solución: Reducir tu consumo de carnes rojas y productos lácteos no significa convertirte en vegetarianos o veganos, sino más bien planear menús con más verduras, leguminosas, pollo y pescados. Para quien come carne todos los días, una propuesta sería no hacerlo una vez a la semana. Imagínate el impacto que esto tendría si todo el mundo lo adaptara a su rutina.

2. Reduce tu consumo de ropa, coches, tecnología y chácharas.Consumimos a lo bestia: compramos, tiramos, compramos más. Revisa tu clóset, y responde honestamente la siguiente pregunta: ¿y si dejara de comprar ropa y usara lo que ya tengo? ¿cuántos meses, o años, pasarían para que realmente necesitara comprar otra vez? Algunas responderán que un par de años, otras no necesitarían comprar nada por el resto de sus vidas, y otras más glamorosas podrían vestir a una aldea pequeña. Es decir, compramos por gusto, por el placer de tener cosas nuevas, por sentirnos renovadas en nuestro estilo. Pero generalmente, no compramos por necesidad. A eso se le llama obsolescencia programada.
Solución: Adquiere solo lo necesario y compra algodón orgánico cuando tengas oportunidad. Recuerda que la moda es cíclica, así que podríamos guardar lo que ya no usamos, mandar al sastre a hacer reparaciones y comprar usado. Existen maravillosas tiendas que le dan una segunda vida a la ropa, bolsas y accesorios. También: usa tu coche, tu celular y tu tecnología mientras sirva, e intenta hacer reparaciones cuando las cosas se descompongan.
- Comida para la casa: de la granja a la mesa. Entiendo que nos encanta comprar todo lo deshidratado con chile, caramelizado o cubierto con chocolate. Pero al consumir estas deliciosas golosinas, también estamos consumiendo plástico.
Solución: En México somos afortunados de tener disponible una gran variedad de frutas y verduras frescas todo el año. Intenta comprar productos de temporada que no sean procesados, y favorece lo que ha sido cosechado en México. Así también apoyas a la economía local, que buena falta le hace. Y para los deliciosos snacks, compra a granel o en empaques de mayoreo.
- En restaurantes, di no al plástico desechable.Hoy está muy de moda evitar los popotes. En algunos lugares ya hasta te juzgan por pedir un popote, como si fueras un terrorista internacional. En realidad, deberíamos decirle no, no solo a los popotes, sino también a otros tipos de plástico, y esto incluye botellas de agua, contenedores de comida para llevar, bolsas, platos, vasos, cubiertos desechables, etc.
Solución: Cómprate un termo para agua y uno para café, y pide en los lugares donde vayas que te sirvan ahí tus bebidas. Envuelve el pan dulce en un pañuelo o en servilletas. Reduzcamos la cantidad de envolturas cuando pedimos comida para llevar, evitemos los cubiertos desechables, y los sobrecitos de condimentos innecesarios.

- En el súper y el mercado, replantea la forma de llevar tus cosas.Usamos bolsas de plástico para todo, desde las verduras hasta las tortillas. Pero además, como esas bolsitas las hacen muy delgadas, a veces pedimos que nos pongan el súper “en doble bolsa”. ¡Doblemente contaminante!
Solución: ¡Prohibido las bolsas de plástico! Ya venden bolsas de tela en todos lados, así que no hay pretexto. Es impresionante la cantidad de plástico que esto nos permite ahorrar. Échalas en la cajuela de tu coche para siempre tenerlas disponibles. Y si de plano se te olvidan, pide cajas de cartón para tu súper.
Entre que si son peras o son manzanas, si se destruye el mundo o no, lo cierto es que necesitamos encontrar una nueva relación con nuestro planeta, una más amigable, más sustentable, más responsable. Hagámoslo para evitar el colapso de nuestro ecosistema, para no morder la mano del que nos da de comer, y simplemente para vivir mejor.
Muy bien chumpi
Salomon Duek
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