Por: Sara Galico
Hoy, 8 de marzo, diez mujeres no van a volver a casa, no van a presentar el examen, no van a volver a besar a sus hijos. No van a volver a dar una clase de yoga, ni atender a sus pacientes en el consultorio. No van a presentarse a trabajar en la maquila.
Sus camas quedarán vacías y sus cuerpos fríos.
La muerte las sorprenderá mientras se suben al metro, pensando si les faltó comprar arroz en el mercado. O mientras llegan a su casa, escondiéndose de su padrastro. Las sorprenderá en Coyoacán, cuando su esposo contrate a un par de criminales para que le metan dos balazos. O saliendo de la escuela, mientras esperan que su mamá las recoja.
Las van a violar, a mutilar, a desollar. Las van a asfixiar con una bolsa de plástico, o las van a meter adentro de una bolsa de plástico. Las van a torturar, y las van a estrangular mientras su vida se escapa por sus ojos. Van a tirar sus deshechos al drenaje, o al río más cercano. Van a aventar su cuerpo en una reserva ecológica, en una fosa común, o en un terreno baldío.
Las van a matar por un ataque de celos, o por una obsesión. Por un ataque de furia, o por pedirle al marido que deje de tomar.
Las van a matar en Chiapas, Veracruz, Morelia, Juárez, Tijuana, Chihuahua, Jalisco, Puebla, Ciudad de México.
Hoy 10 mujeres van a morir en México.
Hoy, a diez mujeres muertas les van a echar la culpa. Por drogadictas, por usar minifalda, por usar pantalón y sentirse muy machas. Por estar embarazadas, por estar borrachas, por estar en casa, por salir de su casa. Por ser bien putas.
La muerte las va a sorprender, y no saben en dónde ni a qué hora. Nadie lo sabe, pero van a matarlas.
Espero que no sea yo, ni mi madre, mis primas, mis amigas, mis colegas o mis alumnas. Le ruego a Dios que nuestros nombres no aparezcan en el sorteo.
Protestemos hoy porque estamos vivas, y vivas nos queremos.
Protestemos hoy porque 10 mujeres más, mañana 9 de marzo, ya no tendrán voz. Hoy seamos el grito de las que ya no están.
