Dilema: cuando tu hijo quiere jugar futbol americano

Sara Galico

Come futbol, sueña futbol, toma Coca-Cola podría ser el apellido de mis hijos. Siendo mamá de tres varones, entiendo esta maravillosa campaña de Coca-Cola. La afición de mi familia al futbol americano, es intensa y completamente desquiciante. Cada comida en familia termina en discusión sobre corredores, quarterbacks, linieros, yardas, receptores, Superbowl, NFL, AFC, NFC. No importa el inicio de la plática: si es el Coronavirus, terminamos hablando del partido de San Francisco contra Green Bay. Si le fue mal en un examen a uno de mis hijos, terminamos hablando de Todd Gurly, que rica está la sandía…la trampa que hizo Tom Brady.

Además, no son conversaciones fáciles, pues cada uno de nosotros es aficionado de un equipo distinto. Las disputas son apasionadas, difíciles, y terminan con algún niño castigado, un padre de familia histérico/a y un juramento de desconectar todas las televisiones del universo por el resto de la eternidad.

Los domingos, desde septiembre hasta finales de enero, podemos salir únicamente entre partidos, y de preferencia a algún lugar que tenga pantalla gigante. ¡Nada compite contra el americano, nada!

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Admito que yo también he ido aprendiendo a convertirme en una gran fanática, especialmente cuando sigo viva en el “Eliminator”. Y les confieso que alguna vez aventé el control remoto en un arranque de ira, tras ser eliminada. Las pilas salieron volando, mi esposo y mis hijos me miraron sorprendidos (entendiendo que crearon un monstruo).

La dinámica se ha intensificado con los años, pues los niños van convirtiéndose en adolescentes, y la influencia que tiene la NFL cada vez ha aumentado más en nuestro país. Se estima que existen 24 millones de aficionados en México, y el peso que tiene este deporte es mayor aquí, que en Canadá o Brasil. De hecho, cada año se juega un partido en el Azteca y los boletos se venden en menos de 15 minutos.

Todo esto me parecía fantástico, hasta que un día mi hijo grande, me pidió que lo inscriba a clases de americano. Siguiendo el protocolo de mamás incómodas que intentan evadir un tema, le dije que lo iba a pensar y que luego le avisaba. Obviamente la intención era que se le olvidara. Pero dos días después insistió. ¿Qué debe hacer una mamá que quiere complacer a su hijo, pero que se aterra de la idea de que un mal golpe lo deje dañado de por vida? En realidad, aún no lo sé.

Una encuesta del 2015 encontró que no estoy sola en este miedo, pues 25% de los padres de familia temen lo mismo y, según el Instituto de Aspen, el porcentaje de niños que lo practican en Estados Unidos declinó 12% entre el 2016 y el 2017.  Pues todos tenemos la voz de Will Smith (o el Dr. Bennet Omalu para ser más precisos) en la película “Concussion” advirtiéndonos los riesgos de desarrollar encefalopatía traumática crónica (ETC). Esta película causó en mí, el mismo efecto que “Jaws” causó en mi infancia. Todavía no puedo meterme al mar sin pensar que el tiburón va a arrancarme una pierna.

Sin embargo, mi hijo practica futbol americano, y los lunes y miércoles llega de la escuela directo a cambiarse para su entrenamiento. Sus ojos tienen un brillo especial cuando se entera que tiene partido el fin de semana. Ahora es parte de un equipo, encontró una nueva pasión, tiene nuevos amigos y un interés basado en un deporte. Lo veo emocionado y enganchado, difíciles atributos para los chamacos de su edad. Hace mucho ejercicio para sobresalir entre su equipo, y especialmente, no pasa las tardes pegado al celular, viendo YouTube o haciendo retos estúpidos de TikTok.

Siendo completamente responsable y honesta, entiendo que existe un riesgo importante en la práctica prolongada de dicho deporte. Pues toda la investigación nos deja más o menos este hallazgo: jugar cualquier deporte de contacto puede afectar su desarrollo cerebral. Ahora bien, el panorama no es blanco o negro, pues todo dependerá de cuánto tiempo juega, qué tan duro se golpean, y otra combinación de factores físicos y biológicos, psicológicos y genéticos.

Pros y contras.

Por el momento me gana la necesidad de verlo involucrado en un ambiente positivo y lo seguiré llevando a sus entrenamientos. Apoyándolo en sus partidos y gritándole: ¡vamos hijo!, mientras ruego en silencio que termine la jugada y el entrenador lo saque a la banca, dejándolo sentado por el resto del juego.

¡Qué difícil es ser mamá de un adolecente, GO LIONS!


2 respuestas a “Dilema: cuando tu hijo quiere jugar futbol americano

  1. Hola deberías de investigar más, sabes que hay una legislación en Nueva York octubre de año pasado para prohibir la práctica de este deporte en niños x el riesgo que representa. Yo al igual que tu vida es el Americano pero ya no dejo que mis hijos lo practiquen.

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